Reflexiones de Medio Día
(28-04-2018)
Hora: 5.10 PM
Cuando
era niño y parte de mi adolescencia, cuando debía hacer rápido mi abuela decía
“en Zumba”, casi siempre iba acompañado por algunos regaños, cuando debía hacer
tareas, cuando iba al colegio y sobre todo tenia que hacer algun mandado o
encomienda.
Al
llegar el periodo vacacional, mi abuela me enviaba “en zumba” a Barquisimeto,
para ese tiempo con mi padre, debo asumir que nunca fue muy placentero,
primeramente mi padre no disimulaba que era un estorbo para él y además sus
señoras de turno descargaban conmigo su rabias.
Siempre
trataba de pasar el mayor tiempo fuera de la casa, no
había comida, si había no me preparaban, debía lavar mi ropa, no podía
ver televisión, tenía que ser testigo de cómo mi padre golpeaba a su mujer de
turno, en la noche yo no dormía, por el miedo de que estas quisieran hacerme
daño para vengarse de él.
Jugaba
mucho futbol en una cancha, no llevaba bien con los muchachos del sector, ellos
me permitían jugar para completar los equipos, según supe mi padre les había
llamado al policía porque hacían mucho escándalo, pero en una cancha llena de
muchachos solo había alegría y eso quizás le molestaba al señor Bravo.
Cuando
regresaba de jugar, ya era ya de noche, cuando intentaba abrir la puerta,
estaba cerrada con llave, llamaba y nadie me abría la puerta, algunos días me
quedaba afuera hasta que llegaba mi papá, otras veces me saltaba la cerca y una
vez le lance una fuerte piedra a la puerta, lo que provocó una fuerte discusión
con la mujer de turno y en la noche era mi padre el que disparaba su ira
conmigo, con insultos y golpes porque debía haber tratado con respeto a la dama
que él todas los días agredía de alguna forma.
Esos
días llegaban a su final y “en Zumba” mi
padre no perdía tiempo para llevarme a Maracaibo a casa de abuela, recuerdo que
una vez se antojó de viajar de noche, por alguna razón me enferme del estómago,
las cuatro horas que duró la pase con unos cólicos, pensé que algún momento me
iba hacer en los pantalones, que rabia iba a tomar el señor Bravo si eso
pasaba.
En
la única parada del autobús, los baños estaban fuera de servicio, simplemente cerré
mis ojos y me encomendé al señor, entre cólicos y ganas de ir al baño, a las 5
de la mañana llegamos a nuestro destino, pensé que pronto saldría de mi penoso
problema pero no fue así.
_
¿Papá nos vamos en taxi para que abuela?-pregunte esperanzado
_
No, vamos tomar el microbús-dijo con un tono burlon, sabia de mi inconveniente y parecía
que disfrutaba de mi pesar.
Efectivamente
mi hizo caminar con mis maletas, el andaba ligero porque en la misma noche se
iba a regresar, cada vez mis cólicos eran más fuertes, llego un instante que sentí
que no me iba a aguantar, como si el tiempo se detuvo,el trasero se me puso como un corcho de champan y me
dije hasta aquí llegue, pero no podía permitir que eso sucediera, iba ser el
blanco de burlas eternas de padre y me tardaría más en llegar a casa de abuela.
Me
arme de más valor, apreté el culo, me ponte en el autobús, gracias a dios era muy
temprano me pude ir sentado y llegamos al edificio llamado Caurachi, donde vivía
mi abuela, al abrir la puerta abuela me pare un rato en saludarla, pero mi
padre me volvió a molestarme entrando el primero al baño, tardándose casi 30
minutos mas y no podía entrar al otro porque de uso personal de mi abuela.
Cuando
pude entrar, no pude sentarme a tiempo, “en Zumba” me cague en mi ropa
interior, claramente opte por bañarme y
lavar el calzoncillo con el jabón de baño.
Todo
padre debe de proteger a sus hijos, pero honestamente el que me toco no lo hacía
y ni lo intentaba, esto me ha motivado a estar presente y apoyar a mis hijos.
Mucho hubiera ayudado un simple taxi, el final hubiera sido otro y muchos sentimientos
fueron hoy distintos.
Son
Reflexiones de Medio Día
MSc.
Ronal Julio Bravo Semprun
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Santiago
de Chile/Comuna San Miguel/Chile
NOTA:
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