Reflexiones de Medio Día
(09-06-2018)
Hora: 9.55 PM
Cuando
uno es niño, siempre se esperan las vacaciones, como un tiempo de diversión,
esparcimiento y disfrute, pero en mi caso simplemente era un castigo, parecía que
mi señora abuela, no me quería ver por casi 3 meses y me enviaba a Barquisimeto
con padre.
La
señora de turno, siempre me lastimaba de alguna forma, con la comida, con
comentarios despectivos y hasta me amenazaba de alguna forma, mi padre que evidenciaba con sus actos que no me quería
con él, nunca le decía nada y hasta apoyaba el maltrato hacia mí.
Mi
padre se incomodaba mucho conmigo, yo creo que hasta por respirar se molestaba,
casi siempre era porque no sabía hacer cosas de hombre, como lijar un carro,
manejar, saber comprar una masilla para reparar automóviles chocados, porque me
tardaba pasando más de 100 bloques de construcción al galpón y porque desconocía
todo sobre lo había en una caja de herramientas.
Recuerdo
una vez que puso a cargar unas baterías de carro, yo era un niño de unos 12
años, estas pesaban mucho y no podía con ellas y al verme que me costaba me dijo:
_
hazlo bien, parece que tienes un huevo en el culo-cosa que me molesto mucho y
me hizo llorar porque sentía que mi padre no me quería.
Siempre
que él me mandaba a buscarle algo, para mí era un suplicio, porque si no lo conseguía
me acusaba de no haber ido, si se lo traía le conseguía algún error, pero si me
confundía y portaba otro me caía la maldición de Sandokan.
El
otro día me pidió ir a buscarle un aceite transmisión hidromántico, bueno salí con
todo el temor, fui a buscarlo, llegue al sitio pregunte por él y me dijeron que
no había, eso me lleno de preocupación, de regreso le notifique lo había pasado
y me dijo:
_Voy
a buscarlo yo mismo y si lo encuentro te voy a joder-dijo con una expresión,
que simplemente casi me lleno de mierda mi ropa interior y me senté a esperar
lo peor.
Efectivamente
llego con el aceite, se le notaba muy molesto, al parecer uno de los cauchos
del carro se reventó y al entrar por la puerta principal, extendía la mano y el
brazo para que detallara el producto que él sí consiguió, fue tanta su molestia
que me golpeo la cara con la lata de aceite.
Pase
un buen rato en el cuarto, no quise salir, tenía la cara golpeada, me
preguntaba; ¿Cómo lo consiguió si a mí me dijeron que no había?, casi en la
noche, pude ver la lata del aceite vacía y decía: ”aceite de transmisión automática”,
eso no fue lo que me pidió comprar, simplemente quería golpearme para descargar
su rabia por la rotura del caucho.
Cuando
llegaba el fin del periodo nacional, que mi padre sabía que me iba pronto a
Maracaibo, era cuando se portaba mejor conmigo.
Era
un tiempo con muchas restricciones y
lo único permitido eran malos ratos.
Son
Reflexiones de Medio Día
MSc.
Ronal Julio Bravo Semprun
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Instagran:
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Santiago
de Chile/Comuna San Miguel/Chile
NOTA:
SE PROHÍBE LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL DE ESTE ARTÍCULO SIN LA AUTORIZACIÓN
DEL AUTOR
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